miércoles, 9 de noviembre de 2011

Caminada per la muntanya màgica

Lugar de salida y llegada: Jardins de les Tres Xemeneies (Av. del Paral·lel 49) (Metro Paral·lel L2 y L3)
Hora de salida: a las 9:00 hasta las 9:30 horas.
Distancia: 12km
Duración aproximada: 3.30 horas

Itinerario:
Jardins de les Tres Xemeneies, pg. de la Canadenca, c. Vila Vilá, jardins de les Hortes de Sant Bertran, pg. de les Bateries, jardins de Mossèn Costa i Llobera, jardins de Miramar, pl. de Carlos Ibáñez, carretera antiga de Montjuïc, jardins de Joan Brossa, jardins de Mossèn Cinto Verdaguer, c. dels Tarongers, carretera de Montjuïc, camí de Mar, Mirador Olímpic (Control i avituallament), pg. del Migdia, c. Pierre de Coubertin, c. Segura, escales del Polvorí, pl. Buenaventura Durruti, pl. de les Matemàtiques, parc de la Font Florida, c. Font Florida, c. Chopin, c. Monfar, Av. Rius i Taulet, fundació Mies Van der Rohe, pl. Carles Buïgas, c. de la Guàrdia Urbana, pg. de Santa Madrona, pg. de l’Exposició, jardins de la Primavera, pg. de Montjuïc, c. Mata, pg. de la Canadenca i jardins de les Tres Xemeneies.



  • Com com que no hi ha inscripció prèvia l'organització no pot saber amb anticipació el nombre de participants que hi haurà, per tant, la distribució de líquids i/o sòlids s'efectuarà mentre hi hagi disponibilitat de les previsions efectuades.
  • Els participants hauran de proveir-se, segons les seves necessitats, de l'aigua i el menjar necessari per realitzar l'activitat, ja que el que es pugui donar al llarg de l'itinerari són solament ingestes de manteniment.


Montjuïc, la montaña Mágica

Si nos adentramos en el origen del nombre de Montjuïc, nos encontraremos con el primero de los enigmas. Muchos historiadores lo relacionan con la existencia de un cementerio judío (Mont Judaicus), lo cual podría ser cierto, ya que se sabe que esta montaña albergó dos necrópolis y un poblado hebreos. Éste se asentó en Barcelona durante los primeros siglos del cristianismo y estuvo ubicado en la actual zona de Miramar. Sin embargo, otros estudiosos, como Ernesto Milá, José María Carandell y Bartomeu Bera, creen que el término Montjuïc proviene de Monte Jovis, un nombre de origen romano relacionado con la supuesta existencia de un templo emplazado en dicha montaña que había sido consagrado al dios Júpiter. Pero lo cierto es que nada se ha encontrado que refrende esta hipótesis.

Otro de los enigmas que envuelven a Montjuïc tiene que ver con el hecho de que esta montaña sirvió como gran cantera para edificar buena parte de los edificios de la ciudad de Barcelona. Y, según una antigua y arraigada creencia, esta montaña tenía “vida propia” y poseía, además, la capacidad de regenerarse sola, de manera que cuantas más piedras le fueran arrebatadas muchas más crecían en su interior. Tan enraizada estaba esta creencia que el gran naturalista catalán Pere Gil (1551- 1622) afirmó en su magistral y voluminosa Historia Natural de Catalunya que “toda Barcelona está construida con piedra de Montjuïc y esta piedra nace de nuevo en el interior de la montaña, motivo por el cual nunca se acaba”. Y es que Montjuïc debe de tener algo “mágico” que atrae a todos cuantos la visitan, entre ellos algunos grupos de anacoretas que se desplazaron hasta aquel lugar en la Alta Edad Media, sobre todo a la zona que en la actualidad se conoce como La Foixarda. Querían vivir en completa soledad para poder comunicarse mejor con las fuerzas telúricas que supuestamente irradia la inmensa roca. Además, se cree que algunos grupos de ermitaños habitaron también en las cercanías del enigmático dolmen, lugar en el que más tarde se erigió el ya olvidado edificio dedicado a San Antonio, y quizá también en lo que más tarde sería el espléndido, aunque recoleto, Teatro Griego, construido en el interior de una soberbia cantera. Durante la Baja Edad Media y el Renacimiento la montaña empezó a llenarse de pequeñas ermitas y de humildes templos que proporcionaron un aire de sacralidad a todo el entorno. Sabemos con seguridad que existieron como mínimo ocho ermitas o pequeñas edificaciones religiosas distribuidas por toda la roca, de las que actualmente sólo se conserva la consagrada a Santa Madrona, que albergó en su interior los restos de dicha santa hasta que en el año 1714, en el contexto de la Guerra de Sucesión y ante el peligro de su destrucción, fueron trasladados al cercano templo de Sant Pau. No obstante, de poco sirvió, ya que desaparecieron en 1909 y nunca más se supo de ellos. Hemos de resaltar que este nombre, Madrona, no parece referirse a la santa martirizada en Tesalónica, sino que haría referencia a la Diosa Madre, recuerdo de una antigua divinidad que en tiempos remotos fue adorada en dicha montaña.

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