lunes, 20 de junio de 2011

La fuerza de la vida. Vivimos unidos al Sol

Cada mañana al levantarnos empieza un nuevo día. Abrimos las ventanas y la luz penetra alegremente en la casa, luego una ducha que nos quita las últimas sombras de la noche y el desayuno nos da fuerzas para iniciar otro día. Así transcurre la vida, como un gran mecanismo de relojería.


¿Pero cuál es la fuerza que mueve todos estos engranajes? Efectivamente, es el sol quien permite la vida y sus constantes transformaciones. Cada uno de nosotros es como una pequeña llama prendida en su momento por el gran fuego del Sol, sin su parecencia nada de lo que ahora vemos alrededor existiría: el cielo azul, las plantas, el agua, los animales, los alimentos, el oxígeno. No existiría el día y la noche, fases necesarias para la actividad y el reposo, ni el curso de las estaciones. Tampoco algo tan importante como la lluvia, pues el agua del mar y de la Tierra asciende gracias al calor del Sol para enfriarse luego y volver a caer purificada desde lo alto, como si de una especie de respiración solar se tratara. 

Más aún, la mismo Tierra y el resto de planetas han sido formados por el Sol, y si lo mineral supone la condensación de ese fuego solar, sin la luz que emana no se produciría la fotosíntesis vegetal que permite a su vez la vida de los animales y la nuestra. Si el Sol dejara de brillar repentinamente, casi en un instante el planeta se congelaría y todo se convertiría en un oscuro y frío desierto. 

La constantación de que la vida depende del Sol no ha pasado desapercibida al ser humano desde la más remota antigüedad, todas las culturas han dedicado respeto y agradecimiento al astro rey. En las cosmogonías y religiones el simbolismo solar -junto a su complementario lunar- es fundamental, y no necesariamente en forma de culto al sol como divinidad en sí misma, sino como representación o imagen sensible de lo divino. 
  • El Sol da la vida y la mantiene: poder creador
  • Sale para todos: es justo
  • Alcanza hasta el último rincón: omnipresencia
  • Rige el tiempo: sin sus movimientos respecto a la Tierra no habría relojes ni calendarios
  • Rige las leyes de la naturaleza: legislador


Ofrece calidez y misericordia mediante sus rayos benefactores, pero también rigor ya que pueden quemar. Como sucede con Dios, no puede ser mirado directamente, pues su luz es cegadora, siendo el reflejo en nuestro mundo de lo que podríamos llamar "inteligencia cósmica", no resulta extraño que todas las religiones hayan utilizado su imagen. 

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