lunes, 23 de mayo de 2011

El desayuno

"El sol, joven y fuerte,
ha vencido a la luna,
que se aleja impotente,
del campo de batalla.

La luz vence tinieblas
por campiñas lejanas,
el aire huele a pan nuevo,
el pueblo se despereza,
ha llegado la mañana..."

Lola y Manuel, "Nuevo día"


Desayuno, Esmorçar, Breakfast, Früstüc, asa-gohan...., el nombre deriva de "romper con el ayuno", por esta razón es la comida más importante del día.

El desayuno debe ser el 25-30% de las calorías totales de la dieta, y debe incluir carbohidratos (pan, cereales, galletas, tostadas...), una ración de proteína (leche, yogur, queso fresco, huevo, jamón), vitaminas y minerales (fruta).

Desayunar aumenta nuestro niveles de azúcar en sangre y así ayuda al cuerpo a funcionar con mayor efectividad. El rendimiento diario mejora con un desayuno adecuado ya que ayuda a memorizar, concentrarse y aprender. Su falta puede provocarnos debilidad, bajo rendimiento, stress, falta de concentración.

Los ritmos Nictemerales son los procesos que se repiten cada 24 horas. Se les conoce también como circadianos, del latín circa diem (alrededor de un día). Son ritmos ligados a la rotación de la Tierra, y a las consecuencias que lleva consigo sobre la variación de la luz, temperatura, etc. Son fundamentalmente metabólicos; producen una alternancia en la actividad funcional del ser vivo como un todo, o en alguna función particular, por parte principalmente del sistema endocrino u hormonal.

Con la salida del Sol, nuestro organismo cambia su ritmo: la temperatura corporal se eleva, aumenta el número de latidos, sube la tensión arterial y nuestro cuerpo se pone en condiciones para trabajar de manera activa.

La principal hormona responsable de esto es el Cortisol secretada en la cápsula suprarenal, su primera actividad es aumentar la secreción de azúcar en sangre por la transformación de las proteínas y grasas almacenadas en el hígado (reserva de energía y movilización de las grasas) convirtiéndolas en glucosa. Esta producción de Cortisol va disminuyendo a lo largo del día. Esto significa que toda la ingesta de alimentos que hagamos durante el día la vamos a gastar y todo lo que consumamos a la noche lo guardaremos como reserva de energía, es decir, en el tejido adiposo.

Durante el sueño la actividad metabólica cambia, desciende la temperatura corporal y el ritmo cardíaco, se relajan los músculos, se fortalece el sistema inmunitario (modulado por la hormona melatonina) y aumenta la secreción de la hormona del crecimiento muy importante en la niñez.

Un desayuno ideal debe contener la energía y el aporte nutricional apropiados, y este aporte lo debemos de obtener a través del consumo de cereales (müsli, cereales integrales, pan artesanal mejor integral que blanco), leche o yogur o leche de soja, avena o arroz (durante la etapa de crecimiento la leche entera, en etapa adulta semi desnatada o desnatada, queso fresco), 1 a 2 piezas de fruta o zumo natural, se recomienda el consumo moderado de mantequilla o margarina, mermelada y huevos (se aconseja no superar el consumo de 3-4 yemas semanales, claras libres), otra recomendación, variar el desayuno acompañarlo a veces con jamón York o fiambre de pavo o aguacate, brotes de alfalfa, pepino fresco.

En resumen, como el Sol hay que despertar con toda vitalidad, proporcionando al cuerpo los nutrientes que necesita a través de la dieta, la comida también es muy importante y las cenas siempre deben ser moderadas y sobretodo ligeras, si son cenas pesadas y abundantes es muy difícil descansar bien con toda la labor digestiva a la que cargamos el cuerpo, tener un sueño profundo y reparador es importante para gozar de buena salud física y mental.

Y como bien dice la sabiduría popular:

"Desayunar como un Rey,
comer como un Príncipe
y cenar como un mendigo"

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