lunes, 5 de noviembre de 2012

Mens sana in corpore sano

"Orandum est ut sit mens sana in corpore sano" (Sátira de Juvenal, siglo I)

Su sentido original es el de la necesidad de orar para disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado. 


El cuerpo y la mente son naturalezas muy distintas que a su vez se interrelacionan. Un cuerpo en estado consciente es una mente consciente. Ser consciente de nuestro cuerpo en todas sus manifestaciones como: al dolor, a las posturas, a sus movimientos, a la respiración, a como late el corazón, a como nos manifestamos ante ciertas situaciones;  es un reflejo inconsciente de nuestra mente que nos comunica toda nuestra experiencia, podemos ver a través de nuestro cuerpo situaciones totalmente ocultas por medio de nuestra consciencia más inmediata.

Técnicas como la meditación, el yoga, el Tai-Chi y el Chi Qong; ayudan a aumentar esta percepción. Podemos vernos a nosotros mismos en la realidad de nuestros deseos más ocultos, en nuestras capacidades más dormidas, en nuestro yo más profundo. Y a su vez, la interrelación hacia los otros.

El 96% del lenguaje es no verbal, solo en un 4%  nos dejamos influir por las palabras, por lo general algo nos convence o no nos convence, de manera irracional, por la articulación y expresión del cuerpo o el tono de la voz. Aunque no racionalicemos estos mensajes, somos susceptibles a ellos, y son los mismos que nos influyen directamente en la vida, en nuestras decisiones, en nuestras simpatías y antipatías. 

Podemos cambiar nuestra situación mental a través del cuerpo, como también, podemos cambiar la percepción de la mente a través de la alimentación. Como he explicado en otro post "La importancia de masticar bien los alimentos", que la masticación es un signo de evolución, y cuanto más mastica uno, más consciente es del mundo en que vive, del aquí y ahora.

Es importante saber quienes somos para explotar ese potencial oculto en nosotros mismos, para alcanzar una armonía con nuestro entorno, cuando nuestras acciones van en contra de nuestra voluntad surge el conflicto, porque no estamos en disonancia con nuestra realidad más profunda. Y como sabemos si estamos en armonía o en equilibrio con nuestro verdadero yo? Observándonos tal y como somos. con el ejercicio de la introspección. La introspección es nuestra oración diaria, es el puente entre la mente y el cuerpo. 

Si entre el cuerpo y la mente se abre este camino, seremos más consciente de nuestra realidad, seremos más consciente de nuestra salud. Porque tenemos que comprender que ambos se manifiestan y se expresan de maneras muy distintas, pero al final no dejan de ser una misma persona. Cuanto más grande y amplio sea ese camino o ese puente de unión, mayor será nuestra paz interior, más libres seremos del conflicto, porque estaremos en armonía con lo que sentimos y necesitamos, si hay esa claridad, no hay lugar al miedo o a la confusión. La felicidad puede prosperar y florecer en nuestro corazón.


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