Posteriormente, toda esa insulina que hemos segregado consigue que el azúcar abandone la corriente sanguínea y, dos o tres horas después, el azúcar en sangre cae por debajo de lo normal y pasamos a un estado de hipoglucemia (bajo contenido de azúcares en sangre). Cuando esto sucede, el funcionamiento de nuestro cuerpo y el de nuestra cabeza no está a la par, y sentimos la necesidad de comer más alimento. Si volvemos a comer más carbohidratos para calmar la sensación de hambre ocasionada por la rápida bajada de la glucosa, volvemos a segregar otra gran dosis de insulina, y así entramos en un círculo vicioso que se repetirá una y otra vez cada pocas horas.
Este proceso se le aplica al ganado para conseguir un engorde artificial a base de suministrarle dosis periódicas de insulina. De hecho, algunos científicos han llamado a la insulina "la hormona del hambre".
Se ha observado que los niveles plasmáticos de insulina varían en la fase posprandial según el índice glucémico asociado a los alimentos consumidos. No obstante, hay que señalar que el índice glucémico de un alimento no depende sólo de la cantidad y tipo de glúcido contenido en el alimento, sino también de la presencia de otras sustancias (grasa, proteína y fibra dietética). El principal objetivo es evitar las elevaciones bruscas del nivel de insulina en la sangre y procurar mantenerlo lo más estable posible. De esta forma evitaremos el proceso de formación de grasas (lipogénesis) inducido por un exceso de secreción de insulina.
Para mantener estos niveles estables y no generar altas y bajas bruscas, se recominendan comer alimentos de absorción lenta como cereales integrales (pan integral, arroz integral, pasta integral), legumbres; evitar alimentos de absorción rápida como bebidas y alimentos azucarados, azúcares, harinas refinadas (pan blanco, pasta), bollería, féculas (patatas), salsas comerciales.
Se engorda más cuando la combinación es azúcar más grasas, como es el caso de la bollería (azúcares + grasas o mantequillas), helados (azúcares + nata), recordemos que el azúcar de absorción rápida aumenta los niveles de insulina y activa el almacenaje de grasas, si a esto sumamos más grasas peor.
El tema de los zumos de frutas, naturales o de brik, segun me cuenta una dietista, son nefastos, en especial para los niños ya que aportan una gran cantidad de azucar que no se puede absorver. La fruta mejor comerla que no beberla ya que te comes una pieza pero te bebes 2 o tres, por lo menos, con lo que duplicas o tripicas la ingestion de azucar.
ResponderEliminarNuria
Hola Nuria, las frutas son estacionales, justamente la época del año que más abundan es primavera y verano, es el momento más correcto para consumirlas, son refrescantes y aportan: agua, vitamina, minerales y fibra. Las frutas al exprimirlas les quitas la fibra que regula la absorción de la fructosa (azúcar de la fruta) y si no lo consumes en el momento el zumo sufre una oxidación que le hace perder calidad vitamínica. Ya ni te cuento los zumo industrializados, sólo aportan azúcar, porque los procesos de elaboración y envasado lo destruye todo, la industria alimentaria lo que hace es añadir vitaminas y minerales sintéticos para recuperar la pérdida sufrida en la elaboración. Como en las películas antiguas el niño al colegio con una manzana roja que puedan morder, masticar y disfrutar, es lo más saludable. Saludos.
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