La vida sin gluten parece imposible, pero no es así. En nuestra sociedad el consumo del trigo a acompañado al hombre en la civilización occidental desde la antigüedad, pero no todas las culturas del hombre han necesitado del trigo para subsistir. Con todo esto quiero decir, que lo único necesario para hacer el cambio es abrirse a otros ingredientes iguales de efectivo que nos posibiliten alimentarnos y adecuarlos de la mejor manera posible.
Es cierto, que a la hora de relacionarnos con los demás o en fechas festivas donde la familia o amigos se reúnen, uno no deje de sentirse el raro, y comenzar una larga lista de esto no puedo y lo otro tampoco, pero bueno es parte de la vida y se debe aceptar, como también le sucede a un diabético. Cuando en la vida del ser humano los primeros cortos de vista comenzaron a usar gafas, también se rieron de ellos llamandolos los cuatro ojos, ahora es una anécdota del pasado.
Nadie es perfecto, y esto es en todos los sentidos de la vida, comunicar la enfermedad es el comienzo de la curación, hablar y enseñar a los demás que se puede gozar de un pastel sin gluten es igual de magnifico que la de cualquier pastelería prestigiosa y además mucho más sano. Los raros son los demás que son tan perfectos.
Un artículo muy bueno del periódico El Pais habla de estas experiencias, y comienza con la historia de Verónica que dice: "Cuando un chico quería invitarme a cenar, una vez sentados en la mesa le soltaba: soy celíaca. Y, yo capricornio, me contesto uno".
Libros de interés:
- Cuaderno de la enfermedad Celíaca
- Vivir sin gluten
- Guía para elaborar menús sin gluten
- Con gusto y sin gluten
- El niño celíaco en el colegio
- A jugar y cocinar sin gluten
- Nosotros los celíacos
- Celíacos famosos
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