miércoles, 7 de diciembre de 2011

Enseñanza Zen

Un sabio y su discípulo cuando llegaron al borde del río, el maestro se sienta junto a una roca y arroja una moneda de oro al fondo. El discípulo, creyendo que se trataba de un manantial de los deseos, se dispuso a hacer lo mismo, pero la mano del sabio detuvo su acción:


-Nunca olvides que existen cuatro cosas en la vida que jamás se recuperan:

La piedra, después de arrojada.
La palabra, después de proferida.
La ocasión, después de perdida.
El tiempo, después de pasado.

Durante un tiempo, ambos callaron y vieron pasar el agua, un agua que nunca más volvería... El discípulo, inmerso en este pensamiento, se atrevió a romper el silencio:

-¿Por qué ha arrojado algo tan valioso al río, maestro? No le veo sentido…

-Para que recuerdes que esta lección no tiene precio. –contestó el sabio.

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