Ahora en las estanterías de los supermercados están repletas de productos dietéticos o bajos en grasa: galletas dulces, galletas saladas, helados, pasteles, bebidas y comidas pre-cocidas.
Ésta no es comida de verdad: es comida falsa. Están compuesta de azúcar e hidratos de carbono refinados y grasas alteradas mediante procesos químicos (se reseñan como grasas hidrogenadas total o parcialmente en las etiquetas) y son las famosas grasas trans. Por no mencionar la cantidad de aditivos sintéticos como: intensificadores de sabor, aromatizantes sintéticos y lo peor de todo: colorantes.
Durante miles de años, los seres humanos tuvimos suerte: no existía este tipo de comida. Ahora somos adictos a ella.
Y puesto que la venta de estos productos es rentable, se encuentra ampliamente distribuida. Pero nadie en todo el planeta debería consumirla.
Potencialmente todos los alimentos son perjudiciales para la salud si se abusa de su consumo, pero los que se consideran comida basura lo hacen en mayor medida por necesitarse menores cantidades para producir efectos adversos, o por consumirse en mayores cantidades, dada su facilidad de consumo (comida rápida) o el prestigio social de su consumo (ligado a formas de ocio juvenil). También puede ocurrir que determinados grupos de población, o los que padecen determinadas enfermedades previas, sean más sensibles a sus efectos. Suele relacionarse el consumo de comida basura con la obesidad, las enfermedades del corazón, la diabetes del tipo II, las caries y la celulitis. La comida chatarra le brinda al consumidor grasas, colesterol, azúcares y sal, mientras una verdadera comida debe proveer fibras, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales necesarios para el rendimiento del cuerpo.
No podemos decir que la obesidad y enfermedades adyacentes, son causadas en su totalidad por la comida chatarra, pero sí es un factor principal del problema masivo de obesidad en los niños. Un combo grande de comida chatarra (hamburguesa doble con queso, papas fritas, bebidas y postre) puede contener 2200 kcal, las cuales, a una tasa de 136 kcal por kilómetro, requerirían un maratón para ser quemadas. Otra posible causa de la obesidad es la vida sedentaria que han adoptado los niños en la actualidad, fatal combinación para su salud.
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