La mayoría de las personas pueden comer una gran variedad de alimentos sin problemas, pero un porcentaje pequeño ciertos alimentos o componentes de los alimentos le provocan malestar.
La intolerancia alimentaria es cuando una persona no puede digerir bien un alimento, como es el caso de la intolerancia a la lactosa, se genera por la falta de una enzima digestiva llamada lactasa, que es la que nos permite degradar la molécula lactosa en dos moléculas más pequeñas como la sacarosa y galactosa, al ser más pequeñas nuestro organismo las puede aprovechar para transformar en energía. Si no tenemos suficiente enzima, la lactosa pasa al intestino grueso, generando sustancias de desecho, Hidrógeno, Anhídrido carbónico, Metano y ácidos grasos de cadena corta que provocan síntomas como: náusea, dolor y distensión abdominal, diarrea.
Otros casos son la intolerancia al glutén en la enfermedad celíaca.
La alergia alimentaria, en cambio, es una reacción ante un alimento. Nuestro sistema inmunológico está para defendernos de las infecciones, pero a veces este se confunde y genera una respuesta exagerada cuando entra en contacto con el alérgeno alimentario. Puede incluir un alimento en especial, por ejemplo, alergia al melocotón (melocotón fruto y derivados: mermelada, zumo, salsa, etc.) o a un grupo de alimentos: pescados y mariscos.
Cuando un alérgeno alimentario entra en contacto con el organismo provoca una respuesta desproporcionada por parte del sistema inmune liberando una serie de sustancias químicas, como la histamina. Sus síntomas puede ser leves y transitorios: problemas para respirar, opresión de garganta, tos, ronquera, vómitos, dolor gástrico, dermatitis, inflamación, diarrea, rinitis, broncoespamos. En casos severos pueden provocar shocks anafilácticos con riesgo de muerte.
Una vez se haya identificado el alimento que provoca la reacción alérgica
abstenerse del mismo sin excepción alguna
Una persona alérgica pudo haber tenido reacciones leves ante un alérgeno, pero el sistema inmune tiene memoria para ser eficiente a la hora de defender al organismo, y puede darse la situación que el ingerir una cantidad microscópica de determinado alimento o de tocarlo o de inhalarlo le genere una reacción desproporcional con riesgo de muerte si no recibe la atención adecuada rápidamente.
Siempre existe la posibilidad de que la próxima reacción alérgica sea de riesgo vital