Cuando Cronos se rebeló y comenzó su última lucha contra su padre Urano, nadie podía suponer que la castración parricida fuera a constituirse en el acto germinal de la deidad más atractiva del Olimpo. Pero así fue; los testículos de Urano, cortados por la espada del hijo rebelde para sellar eternamente la derrota del padre y tirano, cayeron al mar y del contacto de la esperma residual con la espuma de las olas nació Afrodita, de esa espuma, "afros", que le da su nombre. Un fórmula menos comprometida vendría a matizar esta gestación diciendo que fue la espuma del mar, por sí sola, la que engendró partenogenéticamente, es decir, sin que nadie con figura humano o divina fecundara a Afrodita, a la criatura más hermosa que jamás el hombre y los dioses conocieron. El caso es que de lo que no hay duda, es de que ese triunfo de Afrodita se produjo entre las aguas azules y transparentes del Mediterráneo.
Afrodita nació en la costa de la isla de Citera, para ser llevada más tarde amorosamente por Céfiro, dios de Poniente, a la isla de Chipre. Desde luego, el Mediterráneo es el único lugar en el que se puede suponer que surja milagrosamente una deidad de tal encanto.
En otras leyendas, en las que la diosa del deseo se ve más como una proyección de su mismo afán de provocar deseo, se cuenta que Afrodita surgió entre las olas, tan desnuda y tan hermosa como de costumbre se la pinta. En esta versión aparece junto a Citera, pero la isla le pareció demasiado pequeña y pobre para una diosa tan magnífica como ella. Desde allí, buscando el lugar idóneo donde establecer su residencia definitiva se fue hasta el Peloponeso, pero tampoco este lugar le satisfizo, y siguió su peregrinación por la tierra, para terminar viviendo, más a su gusto, en la isla de Chipre, en Pafos, rodeada de las tres hijas de Temis, las Estaciones, sus servidoras y las encargadas de vestir y cuidar a la diosa del amor y la belleza.
Hay quienes prefieren otra genealogía, ya que sostienen que Afrodita es la hija de los amores de Zeus y Dione, la ninfa hija también de Urano y Gea, o de Océano y Tetis, dado que ambas versiones se mantienen con la misma intensidad. Son de autores de la talla de Homero, quienes entre sus escritos así sitúan su ascendencia. Aunque la escena de la bella saliendo entre las olas del mar, navegando en su cocha semicircular llamada venera, es la imagen predilecta de los artistas, la que ha ganado con mucho a las otras y la que siempre se ha preferido a la hora de representar su triunfo natal, la proclama gloriosa de su divinidad de belleza inigualable.
Desde entonces Afrodita es la "nacida de la espuma", ya que esa es la traducción literal de su nombre. Así el mar pasa a ser la cuna de la diosa y de ahí que en su principal santuario, en el de Pafos, las sacerdotisas se bañaran ritualmente en el mar cercano, como una rememoración de su nacimiento. Los autores clásicos contaban que en sus grandiosos palacios, como el que se dice que tuvo en Cnosos, las más bellas conchas marinas cubrían los suelos, mientras que los pescados y los mariscos eran su manjar simbólico. Por eso hoy todavía se tiene por "afrodisíacos", es decir "de Afrodita" a estos alimentos, sin saber discernir de dónde viene la razón original de la denominación y ese tan pretendido poder vigorizante y erótico.
Afrodita nació en la costa de la isla de Citera, para ser llevada más tarde amorosamente por Céfiro, dios de Poniente, a la isla de Chipre. Desde luego, el Mediterráneo es el único lugar en el que se puede suponer que surja milagrosamente una deidad de tal encanto.
En otras leyendas, en las que la diosa del deseo se ve más como una proyección de su mismo afán de provocar deseo, se cuenta que Afrodita surgió entre las olas, tan desnuda y tan hermosa como de costumbre se la pinta. En esta versión aparece junto a Citera, pero la isla le pareció demasiado pequeña y pobre para una diosa tan magnífica como ella. Desde allí, buscando el lugar idóneo donde establecer su residencia definitiva se fue hasta el Peloponeso, pero tampoco este lugar le satisfizo, y siguió su peregrinación por la tierra, para terminar viviendo, más a su gusto, en la isla de Chipre, en Pafos, rodeada de las tres hijas de Temis, las Estaciones, sus servidoras y las encargadas de vestir y cuidar a la diosa del amor y la belleza.
Hay quienes prefieren otra genealogía, ya que sostienen que Afrodita es la hija de los amores de Zeus y Dione, la ninfa hija también de Urano y Gea, o de Océano y Tetis, dado que ambas versiones se mantienen con la misma intensidad. Son de autores de la talla de Homero, quienes entre sus escritos así sitúan su ascendencia. Aunque la escena de la bella saliendo entre las olas del mar, navegando en su cocha semicircular llamada venera, es la imagen predilecta de los artistas, la que ha ganado con mucho a las otras y la que siempre se ha preferido a la hora de representar su triunfo natal, la proclama gloriosa de su divinidad de belleza inigualable.
Desde entonces Afrodita es la "nacida de la espuma", ya que esa es la traducción literal de su nombre. Así el mar pasa a ser la cuna de la diosa y de ahí que en su principal santuario, en el de Pafos, las sacerdotisas se bañaran ritualmente en el mar cercano, como una rememoración de su nacimiento. Los autores clásicos contaban que en sus grandiosos palacios, como el que se dice que tuvo en Cnosos, las más bellas conchas marinas cubrían los suelos, mientras que los pescados y los mariscos eran su manjar simbólico. Por eso hoy todavía se tiene por "afrodisíacos", es decir "de Afrodita" a estos alimentos, sin saber discernir de dónde viene la razón original de la denominación y ese tan pretendido poder vigorizante y erótico.
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