La clorofila pertenece a la familia de pigmentos de color verde que se encuentran en las cianobacterias y en todos aquellos organismos que contienen cloroplastos en sus células, lo que incluye a las plantas y a los diversos grupos de protistas que son llamados algas. La clorofila es una biomolécula extremadamente importante, crítica en la fotosíntesis, proceso que permite a las plantas absorber energía a partir de la luz.
La estructura química de la clorofila es similar a la de la hemoglobina, pero la clorofila contiene magnesio en lugar de hierro en el núcleo. Su estructura química similar apoya la síntesis y reaprovechamiento de la hemoglobina degradada, que es almacenada en los glóbulos rojos encargados de la oxigenación de las células. El oxígeno es necesario para un correcto funcionamiento celular a nivel energético. Equilibra de manera eficiente el metabolismo celular, apoyando la regeneración celular y siendo un compuesto tónico, que aporta energía y vigor. Su alto contenido en magnsesio favorece al sistema cardio-vascular reduciendo niveles altos de colesterol, triglicéridos, también regula la presión sanguínea. El magnesio es un eficiente relajante muscular.
La clorofila es ideal para neutralizar el mal olor corporal, ejerciendo una función desodorante. Es ideal para el tratamiento del mal olor en pies, axilas, aliento y genitales.
Como la clorofila pertenece al reino vegetal, por tanto, es rica en fibra, su aporte ayuda a evitar el estreñimiento, mejorando el movimiento intestinal para una correcta evacuación. La clorofila tiene también propiedad bactericida.
La clorofila y la clorofilina poseen un potencial anticarcinogénico y antimutagénico, pueden ayudar a proteger contra algunas toxinas y pueden mejorar los efectos secundarios de algunos fármacos.
Es también recomendada en el tratamiento de:
- Piedras de oxalato cálcico.
- En caso de anemia.
- Para úlceras tanto internas como externas.
- Para restablecerse después de estados prolongados de convalecencia.
- Rica en enzimas que benefician los procesos digestivos.
La mejor manera de beneficiarse de la clorofila es incorporando en nuestra dieta alimentos de hojas verdes como las espinacas, acelgas, berros, col, etc. En cereales como la cebada, trigo o alfalfa. Pero los alimentos más ricos en clorofila son las algas, que se pueden conseguir frescas o deshidratadas, y acompañan muy bien en potages, sopas, pescados, ensaladas y verduras.
En suplementación encontramos comprimidos de clorela, espirulina o azul del lago Klamath. Se recomienda una suplementación entre 100 a 250mg al día.
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